
La llamada 'Operación Puerto' ha puesto al descubierto unas prácticas de doping que eran un secreto a voces. Por fin, la práctica de métodos ilegales (ejemplo: transfusiones sanguíneas) y el uso de múltiples sustancias dopantes (anabolizantes, hormona del crecimiento, EPO, clembuterol, nandrolona, anabolizantes de diseño y un largo etcétera…) han quedado en evidencia y ya nadie puede decir (excepto Luis Aragonés), que la práctica del doping es ajena al deporte. Sea cual sea, incluido el fútbol.
Sin embargo, otro método dopante está dando sus primeros pasos y va a ser muy difícil de combatir. Me refiero al doping genético. Una práctica tan sofisticada como peligrosa que por ahora sólo está al alcance de los más 'poderosos'. Pero ahí está. De entrada debo decir que se trata de una terapia genética que se salta a la torera los principios de la bioética, es decir la ética aplicada en acciones de salud. Entre otros muchos, uno de los principios de la bioética dice: “… los conocimientos que se adquieran (sobre genoma y terapia genética) deben ser para beneficio de la humanidad y no deben desvirtuarse por intereses privados o colectivos contrarios a los derechos de las personas…”.
Qué es la terapia genética
La terapia genética consiste en insertar o inyectar genes dentro de una célula para que estos nuevos genes permitan a la célula realizar o corregir una serie de acciones que no podía hacer antes. Por ejemplo, sintetizar sustancias que provoquen la muerte de células tumorales o que aumenten las defensas del enfermo. También pueden corregir o sustituir un gen defectuoso que causa una enfermedad. Hace un par de días, en Barcelona, una reunión de expertos dio a conocer los últimos avances en tratamientos en humanos que permiten regenerar tejidos óseos y vasculares en los casos de necrosis (muerte celular) de huesos y órganos.
Qué es un gen
Un gen es la unidad básica de herencia de los seres vivos. Los

Cómo se transportan e insertan los genes
Una de las técnicas más usadas es inyectar los genes al organismo humano a través de unos virus inocuos a los que previamente se les ha modificado su información genética y 'codificado' los genes a

Aplicaciones en el deporte
Se sabe que ya se está utilizando una terapia genética llamada Repoxygen. Consiste en inyectar en las células musculares el gen de la EPO (eritropoyetina), la hormona que permite la síntesis de glóbulos rojos. Se hace a través de un vector viral, cuya configuración permite, mediante otro gen, activar la síntesis de EPO cuando desciende el aporte de oxígeno en el músculo. El Repoxygen es una terapia genética patentada por los laboratorios Oxford BioMédica para el tratamiento de la anemia. Se ha experimentado en ratones que, gracias a la inyección del virus, corregían su anemia y recuperaban unos valores normales de hematocrito. Según informa la propia página web del laboratorio, el Repoxygen se encuentra todavía en fase de desarrollo preclínico, es decir no apto para el uso en seres humanos. Sin embargo, se tiene constancia de que ya circula por el mercado negro y lo están utilizando médicos deportivos sin escrúpulos. Su administración permite al organismo disponer de EPO de una forma permanente y al ser de origen endógeno (generado por las propias células musculares del individuo) resulta imposible detectarla.
El uso del Repoxygen saltó a la palestra en el reciente juicio contra el alemán Thomas Springstein, entrenador y pareja de la atleta Grit Breuer, habitual de

Otras terapias

El uso de IGF-1 como sustancia anabolizante, sin terapia genética, es un hecho y como tal se encuentra incluido entre los métodos prohibidos. El método consiste en inyectarse la sustancia. Suele emplearse conjuntamente con la Hormona del Crecimiento y hace furor entre los culturistas. El IGF-1 aumenta de forma artificial el volumen de las células musculares, hipertrofiándolas. Mediante terapia genética, el IGF-1 no sería detectable, salvo mediante una biopsia muscular.
Una tercera vía de posibles terapias genéticas aplicadas al deporte está vinculada a las investigaciones con los genes que activan la producción de Miosina IIb, una forma de miosina (la proteína más abundante del músculo que participa en la contracción muscular) cuya característica es una velocidad altísima de contracción y que proporciona una gran potencia a las fibras rápidas. Dicha terapia podría permitir elevadas mejoras en el rendimiento de todo tipo de velocistas o deportistas con necesidad de efectuar movimientos rápidos.
En resumen, el doping genético está ya aquí, entre nosotros, quizás incluso en la propia documentación de la ‘Operación Puerto’ y contiene elementos de un altísimo riesgo para la salud de los deportistas, en especial porque varios de ellos ni siquiera están autorizados para el uso humano. Y, como siempre, los delincuentes llevan la delantera...