miércoles, 8 de marzo de 2006

Las hormonas del miedo

El miedo es el motor del deportista. Este es el título de un post de Martí hace unos días en su blog. Martí argumenta que “el miedo es el motor que mueve los músculos…” Dice también: “El miedo te da alas (…) hace volar”. Lo sabe porque ha sido deportista y porque ha tenido miedo. A veces, mucho miedo: miedo a perder, a que le quitaran un récord, a hacer el ridículo, a dejar de ser el gran campeón. Y sabe también que cuánto más miedo ha tenido, más alto ha saltado y mejor ha competido.

La explicación a este fenómeno tiene una base fisiológica.

La competición genera una situación de tensión, miedo, incertidumbre, ansiedad, inseguridad… Es decir, genera estrés. El organismo reacciona ante este estrés preparándose tanto física como mentalmente para combatirlo.

Lo hace con la implicación del sistema nervioso autónomo y endocrino, mediante la segregación de una serie de sustancias y hormonas, como las catecolaminas (llamadas también “hormonas del miedo”) o la adrenalina, entre otras.
Estas sustancias desencadenan una serie de reacciones que afectan a casi todos los órganos y funciones de nuestro cuerpo: sistema nervioso, sistema circulatorio, sistema hormonal, sistema digestivo, función cerebral y función muscular, etc.

De esta forma, la mente se pone en alerta, los sentidos se agudizan, el corazón late más fuerte, disminuyen los dolores, los músculos reciben mayor riego sanguíneo, los pulmones se dilatan, aumenta la transpiración y todo el cuerpo se encuentra preparado para la acción.

Se produce el mismo fenómeno cuando nos encontramos ante una situación de peligro. Por ejemplo: en una calle oscura ante la amenaza de un agresor, durante un incendio, o cuando nuestro hijo se escapa y está a punto de cruzar una calle. Ante este tipo de situaciones, todo nuestro cuerpo se pone en alerta y en este momento gracias a las “hormonas del miedo” somos capaces de responder con rapidez y salvar el peligro. Muchas personas en situaciones límite han desarrollado una fuerza descomunal y unas habilidades insospechadas para hacer frente al peligro.

Al deportista le ocurre exactamente lo mismo y por eso casi siempre las grandes gestas se producen frente a los retos más importantes y ante las situaciones de mayor rivalidad y confrontación.


CAGARSE DE MIEDO

La expresión “cagarse de miedo” viene precisamente de una respuesta de nuestro organismo ante el miedo. Es una reacción fisiológica ancestral que permite huir más rápido del peligro, eliminando peso de nuestro cuerpo. Es frecuente verlo en los animales cuando sienten la amenaza de otros más peligrosos. Y lo vemos también en los niños pequeños cuando se hacen encima sus necesidades, por ejemplo, al aprender a nadar.

Unos de los síntomas más típicos pre-competitivos es precisamente ir varias veces al WC con ligeros síntomas de diarrea. Es algo que le pasa a la inmensa mayoría de los deportistas antes de una gran competición. No pasa nada. Es un trastorno pasajero y casi siempre suele ser un buen síntoma.


En la foto, puede verse a Maurice Green, campeón olímpico y ex-recordman mundial de los 100 metros lisos. Antes de la competición, “Mo” se comporta como una auténtica fiera acorralada. Y huye, explotando, con el disparo salida.