Tuve el privilegio de escuchar estas palabras del Dr. Valentí Fuster durante las “Jornadas sobre Nutrición y Hábitos saludables en el Deporte”, organizada el pasado viernes por el Comité Olímpico Español.
Ahí va un resumen de su conferencia que no tiene desperdicio.
El cardiólogo resaltó ante todo la importancia de promover la salud a través de la educación y la necesidad de adoptar buenas conductas si se quiere poner fin a la “epidemia” de enfermedades cardiovasculares que acecha a la sociedad actual y que resulta “imposible” de costear.
Explicó que en las últimas tres décadas la vida de los enfermos se ha prolongado hasta 6 años a base de recurrir a la tecnología más avanzada (desfibriladores, UVI, tratamientos…). Es decir, los enfermos mueren mucho más tarde, lo que supone un coste económico imposible de asumir.
“A los gobiernos no le interesa hablar de enfermedades crónicas, pero nos espera una debacle económica si no las atajamos”.
Advirtió que una persona puede estar entre 15 y 20 años padeciendo daños en sus arterias sin darse cuenta y sufrir un infarto coronario o cerebral sin haber tenido síntomas. Por eso, resaltó la importancia de poder identificar a las personas que pueden desarrollar la enfermedad cardiovascular con el fin de evitar riesgos y, además, reducir costes sanitarios.
Bajo su punto de vista, el principal problema reside en que “la sociedad de hoy no acepta que es vulnerable” Las personas nos creemos ajenas al mal incluso cuando “sabemos que tenemos la enfermedad”.
La prueba está en que sólo el 20% de los diagnosticados toma la medicación prescrita. Y el 80 % restante simplemente no la toma.
Resulta también una misión casi imposible “hacerles cambiar de hábitos de vida y, si lo hacen, un mes después ya se han olvidado”.
Califica la enfermedades cardiovascular (y también cerebrovascular) como una “enfermedad de la conducta”, y no de "carácter genético", salvo casos de existencia de hipercolesterolemia familiar o diabetes tipo I. Prueba de ello es que "hace 3 siglos esta enfermedad no existía"
Con el propósito de corregir dicha conducta, resaltó la importancia de impulsar la educación de buenos hábitos, especialmente en los niños de 4 a 6 años (la franja de edad más receptiva), con el fin de poner freno a esta epidemia: “Debe existir una asignatura que se llame Salud”, dijo. “Los niños tienen más impacto en la conducta de los padres que la que puedan tener los padres con los niños”, sentenció.
El Alzheimer
Valentí Fuster cree imprescindible “promover la salud” y hacer entender a la sociedad cómo cursa la enfermedad cardiovascular mostrando lo que pasa en nuestro organismo.
Puso mucho énfasis en resaltar la relación que existe entre las enfermedades cardiovasculares con las enfermedades degenerativas del cerebro (demencia senil) y el Alzheimer, algo que se ha evidenciado cientificamente de forma reciente. Al estar dañadas las arterias no llega la irrigación correctamente al cerebro, desencadenando la enfermedad, que va avanzando sin o se corrigen los factores de riesgo.
Siete factores que identifican el riesgo cardiovascular
Una de las claves para frenar la epidemia es detectar a tiempo la enfermedad para poder remediarla.
Valentí Fuster explicó que la identificación de las personas que pueden desarrollar la enfermedad cardiovascular pasa por comprobar si tienen alguno de esos 7 factores de riesgo:
1. Obesidad
2. Presión Arterial Alta
3. Diabetes
4. Colesterol alto
5. Fumador
6. No practicar ejercicio
7. Edad (mujeres +55 años y hombres +60 años)
Si se tienen sólo dos de estos factores, el riesgo de padecer un infarto de miocardio o cerebral en los próximos diez años es de un 25% y el riesgo se eleva a un 75% en 30 años.
En la sociedad española de más de 55 años, el 75% tiene como mínimo dos factores de riesgo.