miércoles, 13 de junio de 2012

Soy menopáusica y ¿qué?


Sí, soy menopáusica ¿y qué? ¿Qué pasa? Sólo ocurre que ya no tengo la regla y no puedo tener más hijos, pero pasar no pasa nada más. Mi vida, como diría Julio Iglesias, sigue igual y yo añadiría que incluso mejor.

Adiós a las compresas, los tampax, la píldora y la marcha atrás… y hola a la liberación sexual. Los hijos ya son mayores, hacen su vida -como debe ser- lo que significa menos ataduras y más tiempo para una misma.

Con eso no pretendo afirmar que con la llegada de la menopausia todo sean ventajas, ni mucho menos. Si hemos llegado hasta esta etapa es porque ya tenemos unos años y los signos/consecuencias del envejecimiento cada vez son más patentes. Pero no olvidemos que ellos también envejecen. Exactamente igual o peor que nosotras las mujeres (preguntad a las viudas) y mientras podamos cumplir años con salud no es de recibo quejarse.

Vivimos en una sociedad que todavía afronta la menopausia como un tema tabú. A nosotras mismas nos cuesta afirmar abiertamente que somos menopáusicas. Existe cierto temor a ser consideradas inútiles, poco atractivas e invisibles para el sexo masculino. No en vano, el término “menopáusica” se usa constantemente de forma despectiva, pero lo cierto es que seguimos siendo mujeres en todos los sentidos y totalmente aptas para cualquier actividad de la vida.

Y antes de entrar en la materia de la que quiero hablar, dejo una lista de menopáusicas ilustres, o mejor dicho postmenopausicas, que causan admiración: Madonna, Kim Basinger, Sharon Stone, Michelle Pfeiffer, Merlene Ottey, o las más cercanas Julia Otero, Isabel Pantoja, María Escario, Olga Viza, Ana Rosa Quintana, Luz Casal y un larguísimo etcétera. Todas ellas son menopáusicas y ¿qué?

Riesgos y cómo evitarlos

Como he dicho, no hay que negar que la llegada de la menopausia vaya unida a ciertas contrariedades.

Los ovarios de la mujer dejan de producir óvulos, lo que implica una bajada de estrógenos. Este cambio hormonal desencadena una serie de síntomas, algunos de los cuales resultan verdaderamente incómodos.

Los sofocos por ejemplo -que padecen 7 de cada 10 mujeres postmenopáusicas- te dejan, de repente, acaloradísima y sudorosa sin poder hacer nada para evitarlo. Sin embargo, no son graves.

Por el contrario, sí revierte gravedad la mayor predisposición a padecer un accidente cardiovascular y/o cerebrovascular y también la mayor facilidad a perder masa ósea, lo que incrementa notablemente el riesgo de sufrir osteoporosis. Es decir, que los huesos se vuelvan más frágiles, incrementándose las posibilidades de fractura de algún hueso. Se estima que las mujeres tienen 3 veces más fracturas que los hombres.

El principal motivo de este post es concienciar a todas las mujeres mayores de 40 años que, pese a cumplir años, deben procurar velar por su salud porque lo importante no es cumplir años sino en qué estado de salud se cumplen.

Es de sobra conocido y contrastado científicamente que la práctica del ejercicio físico contribuye notablemente a mitigar dichos riesgos.
 
He ahí la importancia de realizar ejercicio diariamente y, si no es todos los días, debería procurar realizarse un mínimo de 4 veces a la semana.

Fortalecer cuerpo y corazón

El ejercicio a realizar debe ser de 2 tipos: de fortalecimiento general y cardiovascular.

Los ejercicios de fortalecimiento muscular y articular son los que permiten mantener una buena densidad ósea.

Como embajadora del Método Densia para fomentar la práctica de ejercicio físico con el fin de prevenir la osteoporosis, os puedo ofrecer una serie de videos en los que enseño a realizar unos ejercicios, especialmente diseñados para mantener la densidad ósea y apta para mujeres en edad madura.

Estos ejercicios deben complementarse con un trabajo de tipo cardiovascular que contribuye a mejorar la salud de las arterias y, con ello, a prevenir accidentes coronarios.

Si no se ha practicado nunca deporte, mi consejo es evitar correr y optar por actividades de menor impacto para las articulaciones, como son andar a ritmo ligero, bicicleta estática o elíptica, spinning en el gimnasio…

Lo ideal es hacerlo al aire libre para beneficiarse de los rayos solares que permiten la formación de Vitamina D, necesaria para la fijación del calcio en los huesos.

La dieta, un factor clave

Los beneficios del ejercicio se verán incrementados si, además, se sigue una dieta rica en calcio y, al mismo tiempo, baja en grasas saturadas y azúcares refinados.

Cada ágape debe incluir verduras y hortalizas y es recomendable comerlas crudas una vez al día, por ejemplo: a modo de ensalada o crudités. Conviene también comer fruta, pero en su justa medida debido a su alto contenido en azúcares. Dos piezas al día es lo recomendable y siempre es mejor tomar la fruta entera que en zumo.

Para lograr un buen aporte de calcio hay que consumir: lácteos (preferiblemente desnatados), frutos secos (almendras, avellanas), berros, algas, sésamo, frutas (cítricos) y legumbres (soja). El pescado pequeño ingerido entero -con espina- también supone una buena fuente de calcio. Si existe una intolerancia a la lactosa o alergia a la proteína de la leche, el mejor sustituto son los derivados de la soja.

Si hacemos todo esto, a buen seguro sobrellevaremos mucho mejor la menopausia.